Manecillas, Capítulo 8

  08 Whitney se sentía culpable. La madre de Clark estaba en el hospital, y aún así su mente le daba vueltas al aparente rechazo que había s...

10/03/25

Manecillas, Capítulo 12

12

Unos días después, Whitney se encontraba en el talón con la intención de ver a Lana, que estaba molesta y asustada a partes iguales. Cuando llegó, Chloe, Pete y Clark estaban allí, hablando con la chica en la mesa del fondo.


—Hola —saludó Whitney con un gesto de la cabeza.


—Hola Whitney —dijo Lana con voz dura, después lo miró con gesto culpable—. Lo siento, estoy algo nerviosa.


—¿Por lo de ayer? —Whitney se sentó en una mesa libre.


—Sí —Lana se sentó junto a Clark. Whitney fingió no notarlo—. Y la Sheriff ni siquiera cree lo que pasó.


La noche anterior, tres jóvenes habían acosado a Lana en el talón, un tal Andy Connors incluso la empujó contra la pared. Clark la defendió, pero se le había pasado la mano y ahora tenía que hacer 40 horas de servicio comunitario para evitar cargos por delito menor de agresión.


—Pues si sirve de algo, creo que esos idiotas se merecían terminar en el hospital —Whitney dijo con cara de pocos amigos.


—Whitney —Clark dijo con voz desaprobatoria.


—¿Qué? No quiero ni pensar lo que habría pasado si no hubieras estado allí.


—Y ellos no hubieran sido tan amables de haber tenido la ventaja —Pete añadió, luego le dio un trago a su café. Whiney alzó las cejas mirando a Clark, como diciendo “¿Ves que tengo razón?”


—Es una suerte que Clark pudiera hacerles frente —dijo Chloe mientras miraba a Clark con ojos entrecerrados—. Tres universitarios contra un simple preparatoriano y Clark sale ileso, quién lo diría.


—¿Vas a repetir lo que dijo la Sheriff Adams? —Lana dijo con hastío.


—Esa es una buena observación, independientemente de todo lo demás —Chloe alzó las manos en señal de rendición.

Aunque no fuera el momento apropiado, Chloe tenía un punto. Clark era fuerte, pero era extraño que pudiera defenderse él solo de tres neandertales universitarios. Era otra cosa que se iría a la lista de rarezas.


—Ojalá yo pudiera hacer algo así —Lana balanceó el servilletero con el dedo—. Así Clark no tendría que hacer el servicio comunitario.


—No te preocupes por mí —Clark rodeó sus hombros con el brazo—. Lo importante es que estás bien. Ya veremos qué hacer con Andy.


—Gracias —Lana le dirigió una sonrisa triste—. Aunque no puedo depender de otras personas todo el tiempo.


Clark la estrechó con más fuerza.


Whitney contuvo un resoplido. Chloe lo hizo a medias.



Al día siguiente, Whitney fue a ver a Clark, que realizaba su servicio comunitario. Lo estaba haciendo en la misma calle donde se ubicaba la tienda Fordman’s, así que Whitney aprovechó su descanso para ir a saludar.


Lo encontró de espaldas, recogiendo basura con una aguja larga unida a una vara de madera.


—Kent —dijo, Clark volteó en su dirección de inmediato—. Asegúrate de no ir a prisión, porque el naranja no es tu color.


Era mentira. Cualquier color era el color de Clark.


—Whit, ¿qué haces por aquí? —dijo Clark mientras se enderezaba.


—Quería ver qué tal te desempeñas como miembro útil de la sociedad —Whitney se apoyó en su bastón—, ahora que ya eres un criminal y todo eso.


Clark sonrió a medias, pero bajó la mirada con molestia.


—Lo siento.


—No es por eso —Clark contestó al instante—. Andy Connors envió una noticia de demanda a mis padres. Quiere un millón de dólares por reparación de daños.


—No jodas. Ni siquiera tiene un caso real.


—La Sheriff no piensa igual —dijo Clark, mientras metía una lata de refresco vacía a un costal de basura.


—Pues para lo que necesites, yo…


Un Porsche aparcó del otro lado de la calle. No hacía falta preguntarse quién era el conductor, nadie más usaría un auto tan ostentoso en Smallville.


Con su típica gabardina negra y sus lentes de cinco mil dólares, Lex se acercó a ambos jóvenes.


—Hola Lex —Clark saludó animado. Whitney sólo asintió con la cabeza.


—Clark. Y tú debes ser el famoso Whitney —Lex extendió su mano. Whitney la estrechó a regañadientes.


Clark siempre hablaba con Lex, entonces no sería sorpresa si estuviera al tanto del incidente del espantapájaros y la amistad que tuvieron durante la preparatoria. No podía imaginar lo que el millonario debía pensar de él, así como del rápido descenso en status que había sufrido.


—¿Qué haces por aquí? —Clark le dijo mientras recogía otro pedazo de basura.


—Lana me contó lo que pasó, así que vine a saludar. Supongo que una taza de café no te vendría mal en estas circunstancias.


—Ya casi termino, dame veinte minutos.


—Bien. ¿Qué dices tú, Whitney?


—No gracias, acabo de comer. De todos modos ya casi se acaba mi descanso —Whitney dijo con una sonrisa que no le llegaba a los ojos, y se despidió de Clark (y por desgracia, de Lex).


Whitney pasó los veinticinco minutos restantes de su descanso dentro de la tienda, enfurruñado junto a la caja registradora y comiendo un sándwich remojado que compró en la primera tienda que vio.


Ni siquiera sabía qué le molestaba en particular. Lex había conseguido que pudiera jugar con los Tiburones de Smallville cuando su padre todavía estaba allí para verlo, y según lo mucho que Clark parloteaba de él, no era ni de lejos el mismo monstruo sin corazón que Lionel Luthor.


Pero ver al hijo de papi con nada más que éxito por delante le recordaba sus propias circunstancias, o más bien las que había perdido. En la preparatoria, Whitney siempre se había imaginado como el jugador número uno de fútbol a nivel nacional, un hombre asquerosamente rico que llenaría de orgullo a sus padres, tal vez casado con una supermodelo. 


Sus sueños cambiaron con la muerte de su padre. Cuando encontró las medallas que este obtuvo por pelear en la guerra de Vietnam, supo que quería ser un héroe, uno verdadero. Podría servir a su país prestando sus habilidades peleando, y así dejar una huella que no se basara solamente en deseos frívolos de fama y fortuna.


Al final, ninguna de sus visiones se había vuelto realidad. Su madre le decía que fuera paciente, que apenas estaba por cumplir diecinueve años, pero Whitney sentía que se ahogaba, como si estuviera encerrado en un reloj de arena que se burlaba con cada grano de arena que caía sobre su cabeza.


Clark era una de las pocas cosas en su vida a las que de verdad quería aferrarse; el chico había demostrado ser un amigo confiable y una persona excelente en general.


Podría tolerar que saliera con Lana. Ocupar el lugar de pareja romántica estaba fuera de discusión, pedir otra cosa que no fuera amistad era una idea descabellada por sí sola. Si Clark quería divertirse haciendo cosas normales de adolescente, tenía a Pete y Chloe, era lo más normal del mundo.


Pero si Lex ocupaba el puesto de amigo cercano, de confidente, ¿dónde quedaba Whitney entonces? Cualquiera preferiría estar con el amigo que tenía un Porsche y una compañía valuada en millones, no con el ex-jugador de fútbol que ni siquiera tenía el tiempo de entrar a una universidad comunitaria, que no podía hacer otra cosa además de provocar lástima.


Whitney le dio otra mordida a su sándwich con más fuerza de la necesaria, pero tuvo que tirar el resto porque encontró una cucaracha en el pan.



Esa tarde su madre lo acompañó con la fisioterapeuta. Los Kent seguían ocupados por la demanda de Andy Connors, así que Clark no pudo acompañarlo. Era una lástima, ya que Whitney había sido capaz de caminar sin el bastón durante un minuto entero, pero ya le contaría cuando el tema de la demanda quedara resuelto.


Como su madre todavía tenía que comprar unas cosas en la tienda de abarrotes, Whitney aprovechó para esperarla en el talón, pues tenía tiempo que no veía a Lana a solas. No pretendía intentar nada raro, pero seguía preocupado por lo que había pasado y no quería dejarla sola.


Sus sentimientos por Lana habían cambiado de una forma curiosa. Había días en los que aún sentía mariposas cuando la veía, a veces no sentía nada en absoluto, y a veces solo se sentía protector por una de las personas que más significancia había tenido en su vida. Pero sobre todo, extrañaba la camaradería que compartían, sentimientos románticos o no.


Había llovido fuerte durante más o menos una hora, así que cuando entró al edificio, aún tenía la capucha puesta. Eran alrededor de las ocho y no había un solo cliente a la vista. Lana no se veía por ninguna parte tampoco. 


Avanzó hasta la parte trasera hasta llegar al área donde se preparaba el café. Se agachó para mirar debajo de la barra, por si Lana estaba acomodando los ingredientes, pero nada.


Lo siguiente que supo fue que alguien pateaba su brazo y lo derribaba. Por suerte cayó del lado de su pierna sana, pero eso no evitó que soltará un quejido.


—¡Ay por Dios, Whitney! —Lana gritó desde arriba, para luego lanzarse a levantarlo—. No ví tu bastón. ¿Te duele mucho?


—Creo que estaré bien —respondió mientras se sentaba con ayuda de la joven. Estaría bien al día siguiente, pero dejaría una marca sin duda.


—Perdona, creí que tal vez eras uno de los amigos de Andy —dijo Lana, todavía con rostro culpable.


Le sirvió un capuchino que insistió en no cobrarle, a modo de disculpa, y se sentó frente a él con una taza de chocolate caliente.


—¿Qué tal va tu pierna? —le dijo Lana.


—Mucho mejor. Puede que en un mes deje de usar el bastón —Whitney dijo con orgullo, y dio un sorbo a su café—. Aunque tendré que caminar despacio.


—Algo es algo.


—¿Y ha pasado algo con lo de Andy?


—La Sheriff aún no cree que tenga suficientes bases para hacer una denuncia —dijo Lana, sus labios formando una línea recta—. Pero está bien, voy a arreglar las cosas.


—¿De qué hablas? 


—Tengo un plan. Si no puedo denunciar a Andy, al menos haré que retire la demanda contra Clark.


Whitney enarcó una ceja.


—¿Qué tienes en mente exactamente?


—Voy a decirle que venga al talón mañana —Lana revolvía su chocolate con una cuchara—. Y lo forzaré a retirarla.


Whitney tenía al menos veinte razones diferentes de porque eso era una mala idea, pero antes de que pudiera hablar, Lana alzó una mano.


—Ya sé, ya sé, pero no te preocupes —Lana dijo con una sonrisa esperanzadora—. Ya tengo una idea de cómo defenderme. Lex me está enseñando a pelear.


Whitney chasqueó la lengua.


—¿Hay algún problema? —Lana lo miró confundida.

—No, solo… —Whitney no iba a admitir sus celos por el millonario en ese momento, así que dijo lo segundo que había pensado—. Es peligroso que te enfrentes a Andy.


—Lex es un buen maestro, no te preocupes. Es bastante considerado de su parte ayudarme, considerando que siempre debe estar ocupado.


Whitney no pudo argumentar nada en su contra. Maldito millonario amable. Se estaba enfadando con él por culpa de telarañas mentales.


—Sí, es buen tipo —dijo con resignación, luego tomó de su café


—¿Lex te hizo algo?


—No me hagas caso, es que me cayó mal el almuerzo —se cruzó de brazos—. ¿Lex es algo así como el mejor amigo de Clark?


—Supongo, están muy unidos desde que se conocen —Lana lo seguía viendo con ojos inquisitivos, pero no añadió otra cosa. Whitney aprovechó para volver al tema original..


—¿Pero estás segura de que hablar con Andy es lo más prudente? 


—Estaré bien, descuida. 


Los ojos de Lana estaban inyectados de fulgor, así que Whitney no discutió más el tema. No sabía si era lo más seguro, pero sabía lo que era sentirse inútil, fuera de control mientras el resto de personas podían conducir su vida sin problema. Al menos uno de los dos podría escapar de ese sentimiento.



Whitney fue a visitar a Clark al día siguiente, cuando determinó que Lana ya se había enfrentado a Andy. Llegó al loft del granero justo cuando Clark colgaba el teléfono con una expresión aliviada.


—Buenas noticias, supongo —dijo mientras subía el último par de escaleras. Fue recibido con una sonrisa.


—Andy retiró los cargos —dijo Clark mientras se recargaba en el marco de la ventana—. ¿Cómo lo…


—Fue gracias a Lana, desde ayer tenía un plan. 


—¿En serio? —Clark suspiró con una sonrisa—. Le debo una grande.


—Específicamente un millón de dólares —bromeó Whitney—. O tal vez no todo. Una parte de crédito se la lleva Lex —Clark lo miró confundido—. Le dio clases de autodefensa.


—Genial.


—Mucho —Whitney lo dijo con sinceridad.


Pese a las inseguridades que le pudiera provocar aquel hombre, ver el rostro de felicidad de Clark, aunado a la determinación que Lana había ganado el día anterior, le producían una sensación de paz. Era una suerte que Lana y Clark pudieran contar con alguien como él. En definitiva tendría que ser más amable con él la próxima vez.


Hubo un momento de silencio entre Whitney y Clark en el que solo se miraron satisfechos. Luego la mirada de Clark se llenó de algo indescifrable.


—¿No quieres ver una película? —dijo de la nada.


Whitney ladeó la cabeza.


—Quiero decir, ya viniste hasta aquí, así que si quieres, podemos hacer lago, lo que quieras…  —Clark balbució. Era adorable.


Sin embargo, antes de poder darle una respuesta, unos pasos se escucharon en la parte baja del granero, por lo que Clark cerró la boca de golpe. Al echar un mejor vistazo, resultó ser Lana, que apenas iba a subir las escaleras del loft. Clark se aclaró la garganta en cuanto la vio.


Lana no fue ajena al ambiente, pues dijo con gesto incómodo.


—Perdón, no quería interrumpir.


—No interrumpes nada —Whitney se apresuró a decir con voz atropellada—. Sólo vine para saludar, mamá me está esperando en el auto.


No era exactamente una mentira. Su madre sí que lo estaba esperando, pero podría haberla convencido fácilmente de que se fuera, de que Clark lo llevaría a casa después. Pero sabía lo que tenía que hacer.


Su mano apretó el bastón como si la vida se le fuera en ello y comenzó a bajar las escaleras. 


—¿Seguro? —Clark le dijo con lo que parecían ser ojos de súplica. 


—Sí, está bien —Whitney dijo con una sonrisa resignada.


Mientras bajaba, se despidió de Lana, que lo veía como tratando de leer un periódico de tinta corrida, pero no hizo más preguntas.


Whitney salió del granero lo más rápido que pudo, para no escuchar ni un fragmento de la conversación, pero cometió el error de mirar atrás cuando ya estaba afuera en el pasto.


Lana y Clark estaban muy juntos, ella con la sonrisa que antes usaba cuando hablaba con Whitney. Él estaba inflando el pecho y la miraba como si fuera lo más preciado del mundo. Whitney tuvo que bajar la vista, la sola visión era demasiado para él.


Su pecho dolía, pero así era como debía ser. Lana tendría el papel de la dulce y perfecta y  hermosa novia. Después de haber pasado tiempo con Clark, sabía que merecía estar con alguien tan especial como ella. Lana lo haría más feliz de lo que cualquier otra (u otro) podría.


A Whitney le tocaba mirar desde la periferia, preguntándose por qué no podía tener sentimientos normales por Clark. Sería el amigo que estaba cerca, pero nunca demasiado. El que deseaba a la distancia. El que se quedaría atrás eventualmente.


Eso era todo.