ACCELERATE
14
Whitney seguía llamando con la misma frecuencia, pero Clark rara vez contestaba su teléfono. Cuando lo hacía, sonaba como alguien diferente.
Un día le dijo sin más que ya no podía acompañarlo a sus terapias. “He tenido muchos pendientes en la granja estos días”, había explicado con tono gélido. Y de acuerdo a las ahora escasas conversaciones que tenían, había empezado a pasar más tiempo con Lana. Clark no las llamaba citas, pero eso eran en la práctica: estudiaban sin Chloe ni Pete, iban al parque, salían a cabalgar, entre otras cosas.
Un día en el Talón, Clark y Lana estaban del otro lado de la barra, con Lana riendo por lo bajo y Clark poniéndole una mano en la cintura.
Whitney no había vuelto al Talón desde entonces.
Las terapias eran cada vez más sencillas de realizar, y Whitney estaba por recuperar por completo el movimiento de su pierna. Era irónico que ahora caminara menos que antes.
Después de cada turno en la tienda, o cuando terminaba su terapia, regresaba a casa a ver las telenovelas con un bowl grande de palomitas. El resto de su tiempo lo pasaba jugando solitario, y había adquirido el mal hábito de escuchar los álbumes de Coldplay mientras leía los periódicos de La Antorcha, que ahora le pedía directamente a Chloe.
Sabía que eso pasaría inevitablemente. En cuanto Clark pudiera avanzar su relación con Lana, pasaría menos tiempo con Whitney, era obvio, pero el cambio había sido más brusco de lo que esperaba. Los días en los que se reían por cualquier cosa dentro de la camioneta parecían haber ocurrido en otra vida.
Lo peor ocurría en las noches. Era cuando los pensamientos de Whitney rumiaban sin control, y con cada día que pasaba, estaba más convencido de Clark sólo había pasado tanto tiempo con él, por el estado tan lastimero en el que lo había encontrado ese día en el acantilado. Ahora que se había recuperado casi por completo de su herida, Clark no tenía la necesidad de ofrecerle su caridad. No solo había perdido a Lana, Clark lo trataba como si no existiera. Era como si nunca hubiera vuelto de los Marins.
—¿No va a venir tampoco hoy? —le dijo su madre un día durante la cena. De fondo reportaban un huracán.
—Tiene cosas que hacer —dijo Whitney, sin dejar de mirar su caldo de pollo.
—Pues también tendría que hacer espacio para sus amigos —se quejó su madre. Whitney no vio la incongruencia.
Era posible que Clark jamás lo hubiera considerado un amigo, tal vez solo lo decía de dientes para afuera, para hacerlo sentir mejor hasta que Whitney se reintegrara al pueblo. La ironía era que solamente se sentía en casa cuando Clark estaba cerca.
El teléfono sonó cuando Whitney terminaba de recoger los platos. Se apuró a responder, pero su decepción fue mayúscula cuando Lana le habló.
—¿Qué tal va tu pierna?
—Mucho mejor, creo que estará como nueva en un par de semanas —dijo, aunque con menos entusiasmo del que esperaba transmitir.
—Genial. Por cierto, ¿tienes algo que hacer el sábado? Clark y los chicos vamos a ver una película en el Talón.
Whitney lo consideró un momento. Extrañaba ver a todos, pero no sabía cómo respondería Clark, y no quería causar una escena incómoda.
—Tal vez debería conseguirme amigos de mi edad —bromeó.
—Anda, será divertido. Ya que estás mejor, puedes aprovechar para estirar las piernas.
Whitney no necesitó más convencimiento. No porque realmente quisiera caminar, tan solo quería una excusa para ver a Clark. Era patético, pero daba igual, tenía tiempo siéndolo.
—
Por primera vez desde que había vuelto a Smallville, sus piernas no quemaban cuando estaba al volante. Era liberador al fin conducir por sí mismo, sin tener que depender de la ayuda de nadie más, aunque le hubiera gustado un copiloto.
Había puesto otro insidioso álbum de Coldplay sin siquiera pensarlo. Lo peor es que le estaba empezando a gustar la música, e incluso cantaba The Scientist, como si fuera un ritual que pudiera cambiar las cosas. Estaba sufriendo y por un estudiante de preparatoria. De nuevo. Algunas cosas nunca cambiaban.
La cita tenía lugar en el Talón, en una de las contadas veces al año que Lana abría la sala de cine para hacer una función especial, que significaba buenas ganancias por las palomitas y tener que limpiar la mitad que quedaba en el piso al terminar la película. Esa noche la cartelera anunciaba ”The Haunting of Silence Hill”.
Llegó al edificio cuando sólo quedaban diez minutos para que empezara la película. Entre menos probabilidades de silencios incómodos con Clark hubieran, mejor.
Adentro ya habían decenas de personas con cajas de palomitas y refrescos en mano que discutían amigablemente. Todas las mesas estaban llenas, así que la mayoría estaba de pie.
—¡Whitney! —llamaron desde atrás.
Se trataba de Lana, que estaba junto a Clark, Chloe y Pete.
Whitney saludó a todos con un movimiento de cabeza. Clark devolvió el asentimiento con una sonrisa recatada y apartó la vista. Por otro lado, Chloe tenía los ojos clavados en él. Había una especie de vibra extraña entre los tres, pero por suerte Pete y Lana se portaban como siempre.
Mientras Lana y Pete iban por palomitas a la barra, Chloe revisó su celular con mucho interés y se apartó unos pasos. Clark y Whitney se quedaron de pie sin decir palabra, hasta que Whitney se hartó. Si seguían así, no habría forma de que los demás no lo notarán.
—¿Cómo vas con tus pendientes?
—¿Perdón? —Clark lo miró confuso, luego abrió los ojos con sorpresa—. ¡Voy bien! Pero todavía me queda mucho por hacer.
—¿Se puede saber qué tipo de pendientes?
—Ya sabes, cosas de granja.
—Ya.
Otros treinta segundos de silencio.
—¿Viniste conduciendo?
—Sí. Y ya camino más rápido.
—Eso es bueno —Clark sonrió. No con expresión sobria, sus ojos refulgían con el mismo afecto que solían adquirir después de haber pasado un día entero juntos. Whitney sentía que su pecho oprimía menos.
—Gracias. Solo espera, quizás un día podamos cabalgar juntos como dijiste.
—Eso espero.
Clark le dirigió una sonrisa triste, la misma que aquel día en que habían comido crema de pescado con la señora Fordman. Whitney sintió el mismo impulso de abrazarlo, aún si dudaba que Clark lo fuera a apreciar está vez. De cualquier modo había mucha gente alrededor.
—Clark, si pasó algo-
—Listo, seis botes de palomitas —Lana anunció, con Pete detrás de ella y cargando palomitas a reventar.
Clark se paró más derecho y volvió a su expresión neutral, luego fue con Lana para ayudarla a sostener las palomitas. Chloe metió su celular a su bolso y empezó a discutir la sinopsis de la película con Pete. Whitney los miraba en silencio, preguntándose por qué había aceptado ir en primer lugar.
—
Entraron a la sala de cine. Se colocaron en una de las filas de enmedio, y Pete fue el primero en meterse. Whitney lo iba a seguir, pero Chloe se adelantó. Por razones obvias, sería raro que Lana se sentara junto a su ex, así que al final el orden quedó con Lana y Pete en las orillas, Chloe junto a Pete, Whitney junto a Chloe, y Clark entre Whitney y Lana. Por supuesto.
La proyección no tuvo ningún incidente mayor. Claro, excepto porque el corazón de Whitney iba a reventar. Tener a Clark tan cerca y al mismo tiempo ser incapaz tocarlo tendría que convertirse en un método de tortura reconocido. Sus mano quería, ardía, por acercarse, pero aún tenía la inteligencia suficiente para detenerse. El problema era que también era lo suficientemente estúpido para desearlo.
La sensación de mariposas se convirtió en espinazos cuando a la mitad de la película, Lana comenzó a aferrarse a la muñeca del chico, y con cada nuevo susto que la película le sacaba, más tiempo perduraba su mano en la de Clark, que no retiraba la suya. Al menos podía dejar de pensar en ello cada ciertos segundos, cuando Pete se quejaba de algo que pasaba en pantalla y Chloe tenía que pedirle que se callara.
Un timbrecillo demasiado ruidoso para la situación interrumpió sus delirios. Todos voltearon a verlo mientras se disculpaba, pero el volumen de su celular ahogaba su voz. Se levantó y pasó por la fila mientras tapaba la bocina de su celular. En ese momento maldijo su pierna por no recuperarse más rápido, pues su desfile de la vergüenza mientras salía de la sala estaba durando más tiempo del que le gustaba.
Contestó la llamada una vez que salió de la sala por completo. Era un número desconocido.
—¿Hola?
—Buenas noches, cadete Fordman. Lamento llamar tan tarde, apenas y tuve tiempo en la tarde.
Whitney sonrió de inmediato al reconocer la voz.
Se trataba de Morgan Timber, que lo había entrenado durante su capacitación militar y le había asignado su primera (y única) misión.
—No se preocupe sargento. Ha pasado un tiempo, espero que todo esté bien por allá.
—Ya sabe, lo normal, los nuevos reclutas son todos unos niños de mami y escuálidos. Nos hacen falta más soldados como usted.
—Sólo estuve seis meses en combate —Whitney lo dijo avergonzado, aun si el hecho era obvio para ambos hombres.
—Pero demostró aptitudes natas para el combate y salvó a sus compañeros cuando perdieron comunicación con su comandante. Tiene cualidades naturales de líder.
—No diría que para tanto —Whitney se sentó en una mesa. cercana a la barra de bebidas. Su pierna estaba cansandose—. Tal vez lo hubiera sabido de no haberme lastimado tan rápido.
El sargento Timber rió.
—Son gajes del oficio, soldado. Todos hemos sufrido una lesión grave a lo largo de nuestra carrera militar, lo importante es qué hacemos después. Escuché que ha hecho un gran progreso en estos meses.
—Sí, creo que en unas semanas estaré como nuevo.
—Pues debería considerar unirse a una nueva misión, nos hacen falta más soldados como usted —el sargento habló más serio—. Las cosas se han puesto difíciles desde septiembre. Todos necesitan algo de esperanza. Y qué mejor forma que teniendo un héroe local que restore el honor de su país.
Whitney consideró esa idea. Aunque se había sentido mucho mejor que cuando había llegado a Smallville, no sólo física sino también anímicamente, seguía sintiendo que no encajaba. Tal vez era que atender la tienda parecía un callejón sin salida, tal vez era saber que todos sus amigos ya estaban haciendo algo de su vida en la universidad o habían sido reclutados para jugar fútbol profesional. Tal vez era que necesitaba una distracción de sus problemas con Clark.
Haber ido a la guerra le había dado un nuevo propósito cuando su padre murió. Saber que seguía los pasos de su progenitor para convertirse en un héroe le daba una nueva dirección a su vida, y se lo arrebataron de golpe en el momento que sufrió su herida en la pierna. Tal vez esta era una señal de que lo intentara de nuevo. Tal vez esta era una señal de que dejara ir a Clark. Pero aún así…
—Tengo que pensarlo —Whitney dijo al fin—. Primero esperaré a que mi pierna se recupere por completo, y si me decido lo contactaré.
—Por supuesto, cadete —Timber le dijo con voz afable—. Lo primordial es estar en condiciones para volver. Pero no lo olvide, puede hacer algo muy bueno por su país.
El sargento se despidió. Whitney volvió a la sala de cine, pero fue incapaz de prestar atención a lo que pasaba en pantalla.
—
Una hora después de la proyección, todos los clientes se habían ido a excepción de Chloe, Pete, Whitney y Clark; Lana estaba limpiando la sala, que apestaba a mantequilla y tenía palomitas esparcidas por todo el suelo, y algunos asientos.
Chloe estaba discutiendo la película con Pete, que seguía quejándose de lo inverosímil de la historia.
—Es una película de hace cuarenta y tres años, ¿qué esperabas?
—No lo sé, ¿sentido común?
—Porque no tomas en cuenta el contexto histórico.
—No quita que fuera irrealista.
—Ajá. Y después me vas a decir que el giro argumental de Psicosis es predecible.
Los cuatro estaban sentados en una mesa demasiado pequeña, así que Whitney y Clark estaban sentados a pocos centímetros de distancia. Whitney tenía la mirada fija en Chloe y Pete, como si ver a Clark lo fuera a disolver.
Pete siguió argumentando en contra de la película hasta que se excusó para ir al sanitario. Clark de inmediato se puso de pie.
—Mejor ayudo a Lana.
Whitney se fijó en su espalda hasta que el granjero estuvo fuera de vista. Hasta se veía bien de atrás. Qué desperdicio.
Chloe se puso a jugar con el contenedor de mezcladores, en la mesa, sin alzar los ojos. Parecía que ella también ocultaba algo.
—Oye, Chloe —la chica en respuesta alzó la cabeza como si hubiera sufrido una descarga eléctrica—. ¿Puedo preguntarte algo raro?
—Raro es mi especialidad —respondió con una sonrisa nerviosa.
—¿Sabes si hice algo para, no sé, ofender a Clark? No me habla mucho últimamente.
Chloe lo miró con expresión dólida, y por un instante casi parecía un gesto de culpa.
—Ya sabes cómo es él. Llevo años conociéndolo y ni así terminó de desentrañar el misterio de Clark Kent. Se le pasará en cualquier momento.
—Ojalá —Whitney suspiró, y dejó caer contra el respaldo de la silla.
—Sólo dale tiempo. Clark te aprecia mucho.
—Si tan solo lo mostrara.
—Esa es la parte que aún no domina, creéme, no eres el único que trata de pelear por su atención —Chloe dijo con cara de disgusto.
—Yo no peleo por-
La conversación terminó de tajo cuando Lana y Clark entraron a la habitación. Clark la rodeaba con ambos hombros mientras ella se sentaba en la primer silla que vio. Parecía que le hubieran drenado toda la sangre del rostro.
—¿Pasa algo, Lana? —Chloe fue la primera en acercarse.
—Sí. No. No lo sé —Lana se talló los ojos—. Creo que estoy llegando a mi límite.
Clark fue a la barra y regresó con un vaso de agua, que Lana agradeció con una sonrisa compungida.
—¿Recuerdas cuando te hablé de Emily? —Lana miró a Whitney. Este asintió—. Acabo de verla.
Whitney ladeó la cabeza. Emily había muerto hacía seis años. Smallville estaba lleno de cosas extrañas, pero el ámbito paranormal parecía cruzar la línea.
—¿Quién es Emily? —dijo Clark.
—Era una amiga mía —Lana se detuvo en seco, como si la memoria le causara un mal sabor de boca—. Debo de estar cansada.
Lana mostró una sonrisa débil mientras Clark volvía a rodearla. Whitney miró hacia otro lado, y el movimiento le hizo notar por el rabillo del ojo que Chloe lo miraba a él.
Pete regresó y ante la escena solo pudo hacer cara de extrañeza.