15
Al día siguiente, Clark fue a visitar a Lana. No a la casa de los Sullivan, donde estaba viviendo desde que su tía Nell se había mudado a Smallville, sino a la propiedad Lang. Allí era donde siempre encontraba a Lana cuando esta se encontraba vulnerable.
Ella le había reiterado en numerosas ocasiones que estaba bien antes de irse a casa la noche anterior, pero desde el momento en el que vio a Emily, no dejaba de mirar a su alrededor como si buscara algo, con una expresión que rozaba en el terror cada tantos minutos.
La puerta de la entrada estaba entreabierta, así que entró. Lana solía ir de improviso al loft de Clark, por lo que ambos estaban acostumbrados a no tocar la puerta. A Clark le gustaba esa sensación de completa confianza que tenían el uno en el otro, y desde los últimos días ese lazo estaba más afianzado que nunca.
Clark aún la quería. Tal vez no de la forma pasional en que lo había hecho antes, pero los sentimientos seguían allí. Solo tenía que pasar más tiempo con ella y volvería a encender esa chispa que siempre lo había mantenido tan pendiente de la chica. Ese debía ser el problema. Había pasado tanto tiempo con Whitney que dejó de lado sus sentimientos por Lana y por eso estaba tan confundido. Sólo tenía que mantener su distancia y todo volvería a ser cómo antes. Quién sabe, quizá podría volver a ser amigo de Whitney, sin sentimientos extraños de por medio.
Al entrar, la casa estaba impecable; ni siquiera parecía que estuviera deshabitada desde hacía un tiempo. Lana limpiaba lo que podía cada semana, y no había movido ni una sola cosa de lugar desde la partida de Nell. Era un lugar congelado en el tiempo, la muestra de una persona más que había abandonado a Lana, aunque esta vez no fue un trágico accidente lo que separó a Lana de su tía; esta vez ella había tomado la decisión de marcharse.
Lana no estaba en la cocina ni en la sala. Una mesita junto a la televisión tenía un cajón abierto. Adentro había un estuche con varias fotos, la mayoría de la infancia de Lana. Clark no pudo prestar atención a ninguna en particular porque un grito atravesó la casa entera. Clark corrió a revisar las habitaciones contiguas, y al final del pasillo llegó a la habitación de Lana. La puerta se abrió, para revelarla con lágrimas en los ojos. En cuanto lo vio, abrazó a Clark sin titubear, pese a que su cuerpo estaba temblando.
—La ví de nuevo —dijo, su sollozo amortiguado por el pecho de Clark.
—¿A Emily?
Lana asintió con la cabeza. Permanecieron en esa posición durante varios minutos, hasta que los sollozos de Lana disminuyeron por completo, se pasó el dorso de la mano para limpiar sus mejillas y empezó a discurrir por la habitación mientras se abrazaba los codos.
—No tiene sentido. Creo que me estoy volviendo loca Clark. Ella no debe estar aquí. No puede.
—¿Qué le pasó?
Lana no contestó de inmediato. En su lugar, lo invitó a caminar con ella.
Entraron a una zona de árboles muy frondosos. La resolana matutina llenaba de matices el verde del paisaje, y a lo lejos sonaba un cuerpo de agua corriendo con fuerza. Luego de atravesar un claro, llegaron a la fuente del ruido. Se trataba de un río angosto pero con agua impetuosa que chocaba contra las piedras lisas en la orilla como si se trataran de olas rompiendo contra la costa. Encima del río había un puente de madera que sólo tenía barandilla en un lado. Lana subió por el puente como si un hilo tirase de su cuerpo.
—Emily era mi mejor amiga —explicó mientras caminaba—. Solíamos venir aquí a jugar todo el tiempo. Me ayudaba a distraerme cuando extrañaba a mis padres —tomó aire con dificultad—. Un día estaba lloviendo. Jugábamos en el puente, pero me resbalé y caí al agua, y Emily se lanzó tras de mí, pero ella…
Lana se derrumbó cuando llegó a la parte desprotegida del puente. Se tapaba la boca con la mano para contener su llanto, pero sus hombros subían y bajaban con rapidez. Clark se apuró a colocarse detrás de ella y la ayudó a levantarse, luego ella volvió a aferrarse a su pecho.
—Vamos a llegar al fondo de esto —Clark le dijo mientras acariciaba su cabello—. Juntos.
—
Lana y Clark visitaron la vieja propiedad Dinsmore, donde Emily y su padre habían vivido hasta la muerte de ella; el hombre se había mudado a Metrópolis después del deceso. Por coincidencia lo habían encontrado en el lugar, pero este negó que hubiera visto a su hija, y parecía bastante afectado por la mera alusión a su hija fallecida.
Sin haber conseguido más pistas, Clark fue al departamento de La Antorcha. Aunque ya había renunciado al periódico, no tenía idea dónde más conseguir información. Ese lugar era cómo el cuartel general de investigación cuando algo malo pasaba, por lo que había llegado ahí por instinto.
Después de buscar en los archivos de la computadora por media hora, dio con una página de periódico escaneada que hablaba del incidente. La noticia no dejaba lugar a ambigüedades, el cuerpo de Emily había sido encontrado sin vida y enterrado en el cementerio de Smallville. Esa era la siguiente pauta a seguir.
—Los estudiantes que no son escritores del periódico no pueden entrar —la fastidiada voz de Chloe al entrar sobresaltó a Clark—. Lamento interrumpir tu fisgonería, pero son reglas de la escuela.
El cuerpo de Clark se tensó en un segundo. No habían hablado a solas desde la discusión en la que Chloe supo más de la cuenta.
El resto de sus conocidos lo trataba igual, así que la chica había tenido la prudencia de no decirle a nadie lo que había pasado, pero eso no quitaba que últimamente su amiga se molestaba con él por todo y ahora tenía información sensible que podía usar en su contra. Hace unos meses, Clark hubiera creído que Chloe nunca lo traicionaría de esa manera, pero su comportamiento se había vuelto volátil desde que él y Lana pasaban más tiempo juntos.
—Estoy tratando de ayudar a Lana —Clark dijo con la voz más calmada que pudo, y antes de que Chloe tuviera otro arrebato de celos, continuó—. Por lo que vio en el Talón.
—O creyó ver.
—¿Qué insinúas?
—No estoy tratando de atacarla —dijo con voz tranquila, la más tranquila con la que se había dirigido a Clark en un largo tiempo—. Pero ha tenido una vida muy dura, y hay facetas de ella que aún no cones. Tú no la escuchas llorar a las tres de la mañana —suspiró—. Tal vez su mente la está haciendo ver cosas para liberar alguna clase de presión.
Clark se cruzó de brazos. No podía refutar el punto de Chloe. Lana rara vez hablaba largo y tendido de lo que había pasado con sus padres o de cómo esto la había afectado. Y a Emily jamás la había mencionado. No era imposible que reprimir esos acontecimientos la estuviera llevando a un colapso.
—Aún así, tengo que estar seguro.
Chloe le dirigió una mirada comprensiva, luego fue a cerrar la puerta y se recargó contra ella.
—Clark, sobre lo que dijiste la otra vez…
—No quiero hablar de eso.
—Te haría bien hacerlo.
—¿Hablas de “liberar mi alma”? —dijo Clark con sarcasmo, sin dejar de mirar la computadora. Chloe no cambió de tono.
—Imagino que algo así es difícil.
—No estoy sintiendo nada. Cometí un error ese día, pero ya lo tengo claro.
Clark siguió mirando la computadora mientras sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, mientras Chloe se levantaba de la puerta y la abría.
—Cierra con llave cuando termines —dijo mientras salía.
Aun cuando la chica desapareció, Clark seguía sintiéndose a punto de colapsar.